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POLÍTICA • ANÁLISIS • 25 de noviembre de 2025

Más leyes, más problemas: la hiperregulación y la corrupción en España (y en el mundo)

Laberinto burocrático: leyes y regulaciones como trampas para la corrupción

El laberinto normativo: donde más leyes generan más oportunidades para la corrupción

«Cuantas más leyes tiene un Estado, más corrupto es». Esta máxima, atribuida al historiador romano Tácito hace casi dos mil años, resuena con fuerza en el siglo XXI. La proliferación normativa no solo complica la vida cotidiana, sino que siembra el terreno para la corrupción, erosiona las libertades y frena la prosperidad. En España, donde se acumulan entre 750.000 y 800.000 normas a todos los niveles, este fenómeno alcanza dimensiones alarmantes. La hiperregulación transforma la ley en un instrumento de control opaco, donde la complejidad genera arbitrariedades y privilegios para unos pocos.

La ley debe ordenar y proteger, no asfixiar. Cuando el volumen normativo se desborda, el cumplimiento se vuelve imposible y surge el espacio para el abuso.

La paradoja de la regulación: orden o caos normativo

La regulación existe para facilitar la convivencia y proteger derechos, pero su exceso produce el efecto inverso. Normas contradictorias, ambiguas o excesivamente detalladas hacen imposible el cumplimiento total, abriendo puertas a excepciones, interpretaciones subjetivas y mecanismos clientelares. En España, el marco normativo para mercados de valores ocupa 216 páginas, frente a las 126 de Alemania; ordenanzas municipales como las Zonas de Bajas Emisiones en Madrid superan las cientos de páginas, incrementando la inseguridad jurídica y el coste administrativo.

Hiperregulación en cifras: un peso insostenible

España acumula un volumen normativo abrumador: 750.000-800.000 normas entre europeas, nacionales, autonómicas y locales. Esta masa genera una presión fiscal elevada y deuda pública creciente, sin retornos visibles en servicios eficientes. La gradualidad en la implementación –empezar con reglas suaves y endurecerlas– normaliza restricciones que de otro modo generarían rechazo masivo.

Mecanismos que alimentan la corrupción

La hiperregulación opera como catalizador de la corrupción a través de varios canales precisos:

  • Dificultar el acceso: Ayudas o protecciones con requisitos excluyentes benefician solo a elites conectadas.
  • Multiplicar la burocracia: Trámites redundantes crean intermediarios y espacios para sobornos.
  • Complicar el método: Leyes extensas con excepciones generan discrecionalidad para funcionarios.
  • Ambigüedad normativa: Dudas interpretativas favorecen arbitrariedades y privilegios selectivos.
  • Aumento de multas y tasas: Penalizaciones por incumplimientos imposibles de evitar recaudan sin mejorar servicios.

Mecanismos de la hiperregulación que fomentan la corrupción

Mecanismo Ejemplo en España Efecto corrupto
Dificultad de acceso Subvenciones con requisitos de renta y documentación Beneficios solo para conectados
Burocracia multiplicada Trámites municipales redundantes Espacio para intermediarios y sobornos
Ambigüedad legal Ordenanzas urbanas con excepciones vagas Discrecionalidad para elites
Aumento de sanciones Multas por ZBE sin guías claras Recaudación opaca sin mejoras

Consecuencias: desigualdad, parálisis y pérdida de confianza

El exceso normativo genera desigualdad al favorecer a quienes navegan la complejidad –empresas grandes, lobbies– sobre ciudadanos y pymes. Económicamente, eleva costes administrativos y frena la inversión; socialmente, erosiona la confianza en las instituciones, alimentando cinismo y populismos. En España, la deuda y presión fiscal crecen sin correlación con servicios públicos eficientes, ilustrando cómo la regulación se convierte en fin en sí misma.

¿Quién se beneficia? La captura regulatoria como sistema

La hiperregulación beneficia a burócratas, lobbies y elites que capturan el proceso legislativo para obtener privilegios. No siempre es un plan conspirativo, pero el resultado es el mismo: concentración de poder y recursos en manos de pocos, replicado globalmente en democracias maduras donde la norma se usa para perpetuar desigualdades.

Soluciones: simplificar para restaurar la democracia

Frenar la maquinaria legislativa exige medidas concretas: registro único de normas, ventanillas únicas para trámites, regla "one in, one out" (una nueva ley por cada derogada), evaluaciones de impacto con reversibilidad temporal y mayor participación ciudadana en la codificación. La transparencia total y el control judicial independiente son esenciales para desmantelar la hipertrofia normativa.

La democracia no se mide por el número de leyes, sino por su capacidad para servir a las personas sin asfixiarlas.

Conclusión: hacia un derecho al servicio de la libertad

La hiperregulación no es un mal inevitable; es un fallo sistémico que se corrige con voluntad política y escrutinio ciudadano. Reducir el volumen normativo no significa menos protección, sino más eficiencia y equidad. Solo así la ley recuperará su rol esencial: ordenar la sociedad sin corromperla.

Jose Pons Vidal

Periodista especializada en política internacional y análisis geopolítico.

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